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Alma y Amulek

Alma y Amulek.

 

 

“...habiendo visto Alma todas estas cosas, tomó consigo a Amulek y se dirigió a la tierra de Zarahemla, y lo llevó a su propia casa, y lo atendió en sus tribulaciones y lo fortaleció en el Señor”.

 

 


 

Estos dos misioneros han cautivado mi atención con grandes momentos de sacrificios, revelación doctrinal y principios de liderazgo.

 

Alma hijo, había abandonado su asiento judicial y se había retirado para ejercer como sumo sacerdote, y lograr, por medio de la prédica de la palabra, el cambio en los corazones[1]. Por otra parte, “Las personas de esa ciudad (Ammoníah) estaban muy al tanto de que Alma ya no era su líder político; tenían poco respeto por la autoridad de su sacerdocio. Lo denigraron, ridiculizaron y expulsaron de su ciudad.”

 

“Amulek era un ciudadano rico y muy conocido de Ammoníah. Aunque descendía de una larga línea de creyentes, su propia fe se había debilitado”[2]. Aún lo anterior, cuando el ángel del señor le habló, él fue presto para obedecer y recibir a un profeta de Dios. En las mismas palabras de Amulek:

 

“Soy nefita, y sé que eres un santo profeta de Dios, porque tú eres el hombre de quien un ángel dijo en una visión: Tú lo recibirás. Por tanto, ven conmigo a mi casa, y te daré de mi alimento; y sé que serás una bendición para mí y para mi casa.”

Siguiendo en su presentación:

“Soy Amulek;...descendiente de Manasés, que era hijo de José, el que fue vendido para Egipto por sus hermanos. Y he aquí, soy también hombre de no poca reputación entre todos los que me conocen; sí, tengo muchos parientes y amigos, y también he logrado muchas riquezas por medio de mi industria.

 

No obstante todo esto, nunca he sabido mucho acerca de las sendas del Señor ni de sus misterios ni de su maravilloso poder. Dije que nunca había sabido mucho de estas cosas; mas he aquí, me equivoco, porque he visto mucho de sus misterios y de su maravilloso poder; sí, aun en la preservación de la vida de este pueblo.

Sin embargo, endurecí mi corazón, porque fui llamado muchas veces, y no quise oír; de modo que sabía concerniente a estas cosas, mas no quería saber; por lo tanto, seguí rebelándome contra Dios, en la iniquidad de mi corazón[3]

 

A pesar que Amulek, al parecer, estaba muy cabizbajo en temas espirituales, Alma tras pasar varios días con su anfitrión y siendo lleno del espíritu del señor, logró persuadirlo para que lo acompañase en la prédica en Amoniah “Y Alma permaneció muchos días con Amulek, antes de empezar a predicar al pueblo.”[4] 

 

Personalmente me hubiese gustado mucho poder contar con el registro de las conversaciones entre estas dos personas y notar la influencia transformadora del liderazgo de Alma que logró sacar las mejores virtudes de una persona alejada de la iglesia. Al parecer para Mormón solo le bastó decir que, Alma bendijo a todos los de su casa. La capacidad de levantar los brazos caídos y despertar el testimonio en el corazón de su compañero, me parece una labor salvadora. Ahora podríamos preguntarnos ¿Sabía Alma todo el potencial que podía encontrar en Amulek?

 

Una vez iniciada la prédica entre el pueblo de Amulek, la resistencia de los abogados y líderes locales hizo decretar la muerte para todos aquellos que hubiesen creido en las palabras de estos dos misioneros.

 

”Y cuando Amulek vio los dolores de las mujeres y los niños que se consumían en la hoguera, se condolió también, y dijo a Alma: ¿Cómo podemos presenciar esta horrible escena? Extendamos, pues, nuestras manos y ejerzamos el poder de Dios que está en nosotros, y salvémoslos de las llamas...Y juntaron a sus esposas e hijos, y mandaron echar al fuego a todo aquel que creía, o al que se le había enseñado a creer en la palabra de Dios; y también trajeron sus anales, que contenían las Santas Escrituras, y los arrojaron también al fuego para ser quemados y destruidos por fuego.”[5]

 

Ante tal escenario y viendo quizás a muchos de sus conocidos y parientes se encontraban dentro de los mártires, Amulek quedó muy consternado por el dolor de los inocentes, junto con el miedo de ser también ellos quemados. Probablemente sintió culpa y remordimiento, porque era por la palabra y testimonio que ellos le habían enseñado a creer que estos estaban viviendo tales padecimiento. Ante el dolor de esta experiencia fueron consolados con el conocimiento de que “...Señor los recibe para sí mismo en gloria”[6]

 

Luego de presenciar los asesinatos, ser encarcelados y luego ser liberados por la mano del Señor, Alma y Amulek se dirigieron al pueblo de Sidom, encontrándose con los recientes miembros de la iglesia de Cristo. Tras ponerse al tanto de los acontecimientos y ingresar a sus filas a un renovado Zeezrom, sucede algo que me parece interesante a destacar. De acuerdo a las escrituras lo sucedido transcurrió así:

 

“...y Amulek había abandonado todo su oro, su plata y sus objetos preciosos que se hallaban en la tierra de Ammoníah, por la palabra de Dios; y había sido rechazado por los que antes eran sus amigos, y también por su padre y sus parientes.

 

Por tanto, después que Alma hubo establecido la iglesia en Sidom, viendo un gran cambio, sí, viendo que el pueblo había refrenado el orgullo de sus corazones y que había empezado a humillarse ante Dios, y a reunirse en sus santuarios para adorar a Dios ante el altar, velando y orando sin cesar que fuesen librados de Satanás, y de la muerte y de la destrucción—pues como dije, habiendo visto Alma todas estas cosas, tomó consigo a Amulek y se dirigió a la tierra de Zarahemla, y lo llevó a su propia casa, y lo atendió en sus tribulaciones y lo fortaleció en el Señor.[7]

 

Me conmueve la sensibilidad de Alma:

  • Generosamente extiendo su perdón y predica ante alguien que, hace muy poco les había causado tanto dolor a los ellos, los creyentes de Ammoníah y sus familias.
  • Tomó consigo a Amulek, quizás en su peor momento, lo consoló en su casa y lo siguió motivando y fortaleciendo en el Señor. Alma sabía que estaba débil su compañero y como lo amaba, no quiso dejarlo a la merced de las vicisitudes. Se preocupo y demostró caridad y mucha empatía.

[1] Alma hijo luego de apartar sacerdotes y organizar iglesias en la tierra de Zarahemla, observó como….” los de la iglesia empezaron a llenarse de orgullo por motivo de sus grandes riquezas, y sus delicadas sedas ...y en todas estas cosas se envanecieron en el orgullo de sus ojos… esto fue causa de mucha aflicción para Alma”  

 

“Porque vieron y observaron con gran dolor que los del pueblo de la iglesia empezaban a ensalzarse en el orgullo de sus ojos, y a fijar sus corazones en las riquezas y en las cosas vanas del mundo, de modo que empezaron a despreciarse unos a otros, y a perseguir a aquellos que no creían conforme a la propia voluntad y placer de ellos...había envidias y conflictos, malicia, persecución y orgullo, aun excediendo al orgullo de aquellos que no pertenecían a la iglesia de Dios.”. 

 

“...el ejemplo de la iglesia empezaba a conducir a los que eran incrédulos de una iniquidad a otra, causando con ello la destrucción del pueblo... vio una desigualdad muy grande entre el pueblo, algunos que se ensalzaban en su orgullo, despreciando a otros, volviendo las espaldas al necesitado y al desnudo...ahora bien, aconteció que Alma, habiendo visto las aflicciones de los humildes discípulos de Dios y las persecuciones que sobre ellos amontonaba el resto de su pueblo, y viendo toda su desigualdad, comenzó a afligirse en extremo; sin embargo, no le faltó el Espíritu del Señor(Alma 4:6-15)

 

Dos elementos me llaman mucho la atención:

  1. Los nefitas de Zarahemla recientemente se habían librado de grandes contenciones y pérdidas contra los Lamanitas, solo en el año 6 del gobierno de los jueces se había establecido la paz, no sin antes haber sufrido muchas muertes y por ende empobrecimiento del pueblo. El relato del Libro de Mormón, indica que el orgullo se prende fuertemente de gran parte de los de la iglesia en el año 8, o sea, en solo dos años pasaron de sufrimiento y el dolor, establecimiento de la paz, retorno de la prosperidad y al orgullo normalizado.
  2. Alma sabía del poder y persuasión que podía causar la palabra del señor, había experimentado en primera persona el proceso de conversión y gozo de vivir el evangelio.

Las leyes nefitas impedían coartar las forma de creer que quería adoptar toda persona, por lo tanto para él no había otra opción que renunciar al asiento judicial e ir lugar por lugar amonestando y llamando al arrepentimiento. ¿Cómo veía Alma hijo al arrepentimiento? ¿Se guardó palabras que quizás podían sonar ofensivas con tal de no ofender al pecador?.

[3] Alma 10:2-6,

[4] Alma 8:27

[5] Alma 14:8

[6] Alma 14:11

[7] Alma 15:16-18

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